Entre 1970 y 2019, el número de desastres se multiplicó por cinco y los pobres fueron los más afectados. Desde 1997, el número de conflictos registrados en todo el mundo aumentó hasta el punto de que en 2022 una cuarta parte de la humanidad vivía en zonas afectadas por conflictos. Las proyecciones indican que para 2030 hasta dos tercios de las personas extremadamente pobres del mundo vivirán en situaciones frágiles y afectadas por conflictos. Las vulnerabilidades que esto implica son múltiples: muertes, desplazamientos, destrucción de viviendas, pérdida de empleos y otras.
Estos problemas globales son particularmente relevantes para El Salvador, uno de los países más expuestos al riesgo del mundo. Eventos climáticos extremos, como terremotos, inundaciones, huracanes y sequías (particularmente en el Corredor Seco) hacen que el país sea particularmente vulnerable . En este escenario, un segmento considerable de la población no pobre vive al borde de la pobreza. Podrían ser empujados hacia ella si se exponen a los peligros mencionados anteriormente. Eso requiere formas de medir la pobreza que incorporen la vulnerabilidad al análisis para evaluar el bienestar de la población.
Llegar a los vulnerables: caso de El Salvador
El concepto de vulnerabilidad no es nuevo, pero de alguna manera los economistas del desarrollo se han centrado principalmente en las estadísticas de pobreza y desigualdad, prestando menos atención a los vulnerables. Este enfoque está cambiando y el Banco Mundial ha estado desempeñando un papel en ello. Recientemente, un equipo del Banco Mundial exploró la vulnerabilidad en El Salvador y encontró que para 2019 había más hogares en condición vulnerable que aquellos en pobreza. Esta vulnerabilidad es predominantemente rural: casi 4 de cada 10 personas en las zonas rurales viven en hogares propensos a caer en la pobreza, pero esto sucede sólo para 1 de cada 8 personas en las zonas urbanas.
Es necesario que una parte importante de la población esté focalizada en programas de protección social con visión de futuro y que respondan a las crisis. Pero, si centrarse en los pobres es un desafío, hacerlo en los vulnerables es aún más complicado. Una vez que se produce una crisis, los responsables de la formulación de políticas deben identificar rápidamente a la población más vulnerable para llegar a ella con ayuda. Esto no sería inmediato ni sencillo. A su vez, en tiempos normales es importante sacar a los hogares vulnerables de la vulnerabilidad para aumentar la resiliencia de la población. Pero sin una identificación adecuada, la tarea sigue siendo imposible.
En este estudio, la vulnerabilidad se mide con la probabilidad de caer en la pobreza. El método nos permite comprender las fuentes de vulnerabilidad, al distinguir aún más entre inducida por riesgo e inducida por pobreza. Los riesgos, a su vez, también pueden estar vinculados a shocks “idiosincrásicos” o “covariables”. Los primeros afectan a hogares individuales (por ejemplo, debido a la muerte de un miembro del hogar) y los segundos se refieren a crisis que afectan a comunidades enteras (como los desastres que afectan a una determinada región).
En El Salvador, la vulnerabilidad inducida por el riesgo jugó un papel más importante en la vulnerabilidad general, y las crisis a nivel de hogares son más comunes que las crisis a nivel municipal , especialmente en las zonas urbanas. La proporción entre la vulnerabilidad inducida por el riesgo y la vulnerabilidad inducida por la pobreza es casi el doble a nivel nacional, pero aumenta a casi tres veces en las zonas urbanas. Estos resultados sugieren que la vulnerabilidad está impulsada principalmente por las amenazas más que por el escaso acceso a los activos y el escaso capital humano.
Causantes de vulnerabilidad en El Salvador (2019)
Implicaciones para las políticas en El Salvador
Esta prevalencia de la vulnerabilidad inducida por el riesgo tiene implicaciones políticas sensibles. Exige dar prioridad a políticas que fortalezcan la asistencia social y los programas de transferencia de efectivo que sean flexibles para adaptarse a las crisis, como los sistemas de protección social que respondan a las crisis.
Cuando la vulnerabilidad está inducida principalmente por el riesgo, como en el caso de El Salvador, son más apropiados los mecanismos de seguro social y un enfoque en estrategias de reducción del riesgo . Además, las autoridades deberían fomentar el acceso a los servicios financieros, como ahorro y crédito. En última instancia, disminuir la vulnerabilidad a la pobreza implica disminuir la vulnerabilidad antes y después de que se produzca una crisis, reconociendo que abordar las crisis que afectan a los hogares y las comunidades requiere enfoques de políticas diferentes.
Para establecer sistemas de protección social que respondan a las crisis se deben considerar algunos puntos de entrada, como la generación de evidencia que permita identificar a la población vulnerable. La información debe vincularse a los sistemas de gestión de bases de datos existentes y también se recomienda una revisión de los programas existentes desde una perspectiva de vulnerabilidad.
Abordar la vulnerabilidad también requiere una coordinación interinstitucional eficiente y asociaciones sólidas entre diferentes tipos de instituciones , públicas, privadas y la comunidad multilateral.
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