El año 2020 se perfilaba como un gran año para la acción relacionada con el clima. Era el hito quinquenal a partir del cual los países debían intensificar sus aspiraciones en materia de cambio climático, con grandes expectativas de que la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (la CP 26), prevista para noviembre en Glasgow, Reino Unido, pudiera conseguir resultados tan relevantes como el Acuerdo de París de la CP 21 en 2015. Ahora, la reunión mundial sobre el clima se ha aplazado hasta 2021, mientras los países responden a las crisis sanitaria y financiera inmediatas provocadas por la pandemia del nuevo coronavirus. Conforme disminuyan las inquietudes relativas a la salud, sin embargo, los países deberán enfocarse en los paquetes de estímulo para contener el impacto económico de la COVID-19. Mientras lo hacen, será de vital importancia ayudarlos a sentar las bases de un futuro más resiliente, sostenible y próspero.
"Conforme disminuyan las inquietudes relativas a la salud, los países deberán enfocarse en los paquetes de estímulo para contener el impacto económico de la COVID-19. Mientras lo hacen, será de vital importancia ayudarlos a sentar las bases de un futuro más resiliente, sostenible y próspero".
En virtud de los términos del Acuerdo de París, cada una de sus partes debía aportar, en ciclos de cinco años, nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) o actualizar las vigentes. Estas debían ser enviadas con suficiente antelación a la cita de Glasgow. Sin embargo, muchos países han tenido dificultades para participar en el proceso debido a la crisis del nuevo coronavirus. No solo porque muchos de los funcionarios públicos que participaban en la preparación de las CDN ahora están concentrados en la crisis de la COVID-19, sino porque muchos de los supuestos en los que se basan las contribuciones —como la disponibilidad de recursos presupuestarios nacionales, el margen para obtener préstamos o el acceso a financiamiento para el clima de fuentes internacionales, el crecimiento económico y las trayectorias de las emisiones— están en duda. Dada la naturaleza novedosa del virus, tampoco está claro con qué rapidez volverá todo a la “normalidad” o, de hecho, qué características tendrá una nueva normalidad y cómo puede afectar en última instancia el nivel de ambición respecto del cambio climático de un país.
A pesar de estas inquietudes, creemos que las CDN, las estrategias de desarrollo nacionales y los planes maestros o los planes nacionales de adaptación merecen mucha atención en los debates sobre los paquetes de estímulo, pues a menudo ofrecen la oportunidad de conocer la visión del Gobierno sobre futuras áreas de crecimiento económico y transformación tecnológica, las cuales tienen claros vínculos con la creación de empleo. Con frecuencia, además, tienen que hacer frente a retos complejos en los que el progreso puede aportar múltiples beneficios en términos de la reducción de la pobreza, el aumento de la competitividad, la mejora de la salud pública y la calidad de vida local, y los bienes públicos mundiales.
Sin duda, será necesario transformar las CDN de cada país en una cartera de actividades de ejecución inmediata, dado que la mayoría carece de detalles sobre el escenario exacto y los beneficios complementarios (o los riesgos asociados) obtenidos con cada intervención propuesta. Y sabemos que las contribuciones actuales, por sí solas, son insuficientes para lograr la descarbonización total de la economía mundial y evitar los peores efectos de la crisis climática. No obstante, representan la más firme declaración pública que la mayoría de los países han formulado sobre el clima hasta la fecha y, por lo tanto, ofrecen una base extraordinariamente útil para los esfuerzos por promover una recuperación económica sostenible tras la pandemia de COVID-19.
Obtener el visto bueno
Los ministerios más adelantados en la preparación de las CDN quizás estarán en mejores condiciones para supervisar el proceso de transformar esas contribuciones en una lista de ideas o inversiones de incentivos viables, en estrecha colaboración con el Ministerio de Hacienda o el ministerio correspondiente encargado de firmar el plan de estímulo definitivo.
La implementación deberá encomendarse luego a los ministerios responsables de las diferentes intervenciones sectoriales (por ejemplo, Transporte, Energía, Agua, Agricultura, Medio Ambiente) para contribuir al desarrollo y la calificación de las intervenciones según sus “beneficios derivados del estímulo”, ayudando de forma efectiva a determinar la rapidez con que se puedan implementar y cuán beneficiosas serán en relación con consideraciones clave.
Nuestra propuesta de lista de verificación de la sostenibilidad (PDF) proporciona información más detallada sobre estas consideraciones clave que los Gobiernos quizás deban sopesar como parte del conjunto de medidas de recuperación. Esos factores incluyen necesariamente aspectos como la distribución geográfica de las intervenciones de estímulo, si abordan cuestiones relacionadas con la inclusión o si mejoran las habilidades y la productividad de la mano de obra local. En la lista de verificación también se hace hincapié en la necesidad de comprender qué tipo de resultados institucionales o cambios normativos serían necesarios para garantizar la implementación satisfactoria de cada una de las intervenciones propuestas, de modo que se puedan registrar con antelación.
Una vez que se disponga de información suficiente para incluir una iniciativa en la lista de estímulos será preciso tomar una decisión. Aunque ese paso variará en función de las circunstancias locales, una opción podría consistir en establecer un proceso ordinario para actualizar el listado cada cierto tiempo (véase el gráfico Obtener el visto bueno: Integración de las CDN en los paquetes de estímulo). De esta manera, independientemente de cuándo esté listo el paquete de estímulo para ser sometido a consideración (o de si un Gobierno mantiene conversaciones con el Banco Mundial u otras instituciones financieras sobre un paquete de recuperación), siempre se podrá recurrir a las intervenciones de estímulo que reflejen las metas de las CDN.
Un desafío fundamental será el factor del costo del trabajo de preparación que se necesitará para intervenciones de mayor volumen y complejidad. Para que estas se puedan llevar a cabo de manera inmediata, es posible que haga falta la intervención de ingenieros, expertos legales o en contrataciones y especialistas de otras áreas, cuyo costo podría exceder los recursos presupuestarios disponibles. Para solucionar esto, pueden resultar útil recursos en forma de donaciones procedentes de mecanismos para la preparación de proyectos o de diferentes fondos para el clima nacionales o internacionales.
¿Qué sigue después?
Para conectar las CDN con una recuperación sostenible hará falta un elevado nivel de coordinación, tanto entre los ministerios de cada Gobierno como a nivel externo, incluidas las instituciones internacionales. Las diferentes partes interesadas pueden promover este esfuerzo de distintas maneras, por ejemplo:
- Los Gobiernos: establecer un mecanismo conjunto de coordinación entre los ministerios que supervisan las CDN y la recuperación sostenible, para gestionar el proceso de examen de los proyectos y mantener una lista actualizada de los mismos.
- La comunidad del financiamiento para el clima: estudiar y establecer formas de ofrecer apoyo en forma de donaciones para contribuir a la preparación de proyectos, enfocándose en transformar los compromisos contraídos respecto de las CDN en proyectos viables que sean competitivos en los debates sobre estímulos. Aunque son muchos los que ya están considerando estas posibilidades —entre ellos, los fondos de inversión en el clima (CIF), el Fondo Verde para el Clima (GCF) y otros—, será de vital importancia la rápida ampliación de estos esfuerzos.
- El proceso formal para abordar el cambio climático: alentar a que las próximas propuestas de CDN incluyan la lista actualizada de un país como medida para mejorar la cooperación e impulsar el acceso a los recursos. El Mecanismo de Apoyo a las CDN del Banco Mundial ya está examinando cómo se pueden ajustar sus “análisis en profundidad” de los países —un enfoque que abarca a todo el Gobierno y que se está aplicando actualmente en cinco países y a nivel regional en el Caribe—, de manera que también se incorporen las necesidades de una recuperación sostenible.
- Las instituciones financieras y crediticias: considerar la lista actualizada como un listado de prioridades del Gobierno cliente y proporcionar asistencia financiera y técnica.
Gobiernos de todo el mundo han dedicado mucho tiempo y esfuerzo en los últimos meses y años a la preparación de nuevas CDN que trazan un futuro más seguro y sostenible para sus ciudadanos. Adoptar estas como parte de la planificación de la recuperación puede ayudarnos a todos a recuperarnos mejor de la actual crisis.
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