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Desde que estalló la guerra en Siria, la crisis de los refugiados atrae la atención del mundo y se han planteado muchas ideas para abordar el desplazamiento forzado, tanto en el Oriente Medio como en los países de todo el mundo. El desplazamiento se ha convertido en un desafío crucial del desarrollo, que afecta no solo a las personas desplazadas, sino también a las comunidades que las acogen.El 1 de marzo, en la sesión plenaria del Foro sobre Fragilidad, Conflicto y Violencia 2016, un panel de alto nivel integrado por representantes de Gobiernos, instituciones de desarrollo y los propios refugiados abordó el tema de la colaboración entre los asociados humanitarios y los asociados en la tarea del desarrollo.
Las preguntas urgentes incluyeron: ¿cómo podemos llamar la atención de los asociados humanitarios? ¿Y cómo podemos dar voz a los refugiados?
Deng Majok-gutatur Chol, que fue desplazado a los 10 años y es cofundador y director ejecutivo de los “Niños y Niñas Perdidos de Sudán”, dijo que había pasado 10 años en un campamento de refugiados repleto de gente. Años después se enteró que este mismo campamento todavía está desbordado, con cerca de 160 000 refugiados.
La mayoría de las personas alojadas en el campamento están aisladas, dijo Deng, planteando la siguiente pregunta: “¿cómo garantizamos que los refugiados tengan voz?” Para lograr esto, debemos construir una especie de puente entre los refugiados y sus comunidades de acogida. Señaló que muchos refugiados tienen habilidades y experiencias que podrían ser usadas por las sociedades de acogida para beneficio de todos. Pero los países de acogida necesitan un marco legal que permita a los refugiados contribuir a la economía, en lugar de permanecer fuera del sistema.
Por su parte, las instituciones de desarrollo necesitan que sus mandatos evolucionen para poder responder, dijo el ministro de Planificación del Gobierno Regional del Kurdistán de Iraq, Ali Sindi. Los mandatos existentes, agregó, “no son adecuados para la situación actual”. Las instituciones necesitan coordinarse mejor entre sí y una mayor capacidad para evaluar qué funciona y en qué necesitan mejorar. Sindi señaló que la innovación puede cumplir una función al abordarse el tema: el enfoque debe centrarse en cómo reducir la pobreza al mínimo en las comunidades y las sociedades de acogida. “Necesitamos un sistema integrado en lugar de sistemas paralelos para la salud, la educación, etc.”.
Él destacó la importancia de invertir en la infraestructura de los países y las regiones de acogida para ayudar a los jóvenes desplazados a tener acceso a la educación y al empleo. Estas inversiones son herramientas esenciales para la creación de puestos de trabajo para los jóvenes.
Refiriéndose a este tema, su Alteza Real, la princesa Sarah Zeid de Jordania, dijo: “Es muy importante invertir en infraestructura. Tenemos que entender que las personas son nuestro mejor recurso. Tenemos que invertir en las personas. Tenemos que invertir en nuestros desplazados y nuestros refugiados”.
La princesa agregó que solo un 0,2 % del financiamiento humanitario se destina a las organizaciones no gubernamentales (ONG) locales y nacionales. “Tenemos que hacerlo mejor”, subrayó. “No estamos desarrollando la capacidad sobre el terreno si el dinero no va a las mismas personas que empoderamos y apoyamos”.
Defendiendo los principios humanitarios donde sea necesario, dijo la princesa, debemos rediseñar nuestras intervenciones de desarrollo y el financiamiento a nivel nacional y mundial para mejorar la gestión del riesgo y hacer inversiones más inteligentes en materia de resiliencia. Si no es así, agregó, seguiremos desperdiciando recursos: “Nuestras acciones y omisiones se volverán contra nosotros”.
A lo largo de la sesión, los panelistas hicieron hincapié en la importancia de la acción colectiva para garantizar nuevas maneras más eficaces de abordar las necesidades de las personas desplazadas y los países que las acogen.
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