Durante el último año, observé un creciente interés y una mayor demanda de herramientas de preparación y respuesta ante crisis. Nuestros asociados de los Gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, las fundaciones y otras organizaciones de desarrollo nos envían una y otra vez el mismo mensaje: “Frente a las crisis, necesitamos una mayor preparación y un acceso más rápido al financiamiento”.
Cuando los países pueden actuar con rapidez durante las emergencias, tienen más probabilidades de mantener las escuelas abiertas, las carreteras en funcionamiento, las empresas en marcha y las personas empleadas. Esta estabilidad permite que el sector privado se recupere rápidamente, y ayuda a los Gobiernos a evitar una mayor pobreza y perturbaciones y a centrarse en crear bases sólidas para la recuperación y el crecimiento a largo plazo.
Por esta razón, el año pasado dimos a conocer el conjunto de herramientas del Banco Mundial para la preparación y respuesta ante las crisis, que ofrece diversos recursos innovadores para ayudar a los países a generar resiliencia y abordar mejor los efectos de los mayores impactos climáticos, el aumento de los riesgos de pandemia y la profundización de los conflictos que afectan drásticamente las vidas y los medios de subsistencia en todo el mundo. Desde entonces, 66 de los países con los que trabajamos han adoptado al menos uno de los instrumentos del conjunto de herramientas para crisis.
En 2024, por ejemplo, cuando la tormenta tropical Sara provocó inundaciones y deslizamientos de tierra catastróficos en Honduras, los funcionarios gubernamentales estaban preparados. Ellos activaron la opción de respuesta rápida (RRO) del conjunto de herramientas, lo que redujo al mínimo el impacto de la tormenta en la población y la infraestructura. Este instrumento permite a los países reorientar rápidamente los recursos y utilizar hasta el 10 % del financiamiento del Banco Mundial no desembolsado para satisfacer necesidades de emergencia durante una crisis. Mientras el financiamiento tradicional puede tardar semanas o meses en llegar a las zonas afectadas, la ROO agiliza el acceso al financiamiento del Banco Mundial que los países no hayan utilizado aún. Esto puede ser un cambio transformador en épocas de crisis.
En Honduras, el Gobierno identificó dos proyectos activos de los cuales se podían obtener fondos y desembolsó USD 50,78 millones para sus esfuerzos de respuesta ante emergencias y recuperación dentro de las 24 horas posteriores a la activación de la RRO. De manera similar, el año pasado, Rumania accedió a USD 47,3 millones utilizando la ROO para responder a las inundaciones que interrumpieron el transporte y los servicios públicos en varios de sus condados, mientras que Vanuatu obtuvo USD 12 millones después de un devastador terremoto de magnitud 7,3. En conjunto, estos tres países pudieron reasignar más de USD 110 millones y destinarlos a sus labores inmediatas de respuesta a emergencias. Hasta la fecha, 46 países han adoptado la ROO.
Durante el último ejercicio, cinco países —Granada, Honduras, Nepal, Panamá y Rumania— también obtuvieron un total de USD 530 millones mediante otra herramienta, el financiamiento para políticas de desarrollo con opción de giro diferido en caso de catástrofe (FPD Cat-DDO), para responder a desastres naturales. Este instrumento ayuda a los países a asignar más recursos para prepararse ante futuras crisis. También acelera el acceso a nuevo financiamiento cuando ocurren desastres, proporcionando a los países recursos inmediatos para gestionar las crisis y reducir la necesidad de implementar soluciones de compromiso entre sus prioridades de desarrollo y necesidades de financiamiento de emergencia.
El conjunto de herramientas para crisis ha demostrado ser particularmente valioso para los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), que enfrentan desafíos de desarrollo únicos, y que se caracterizan por ser más vulnerables a las conmociones. Incluye un conjunto de medidas concretas y ampliadas que ayudan a los pequeños Estados insulares en desarrollo a prepararse mejor para las crisis y responder con mayor eficacia.
Tras el paso del huracán Beryl en 2024, por ejemplo, San Vicente y las Granadinas utilizó las cláusulas de suspensión temporaria de la deuda tras una crisis climática, mientras que Granada activó el FPD Cat-DDO. Las cláusulas ofrecen flexibilidad en el reembolso de la deuda durante los desastres relacionados con el clima, y permiten a los países dar prioridad a los esfuerzos de recuperación antes que el pago de la deuda. Esto significa que pueden centrarse en mantener y restablecer el acceso a servicios esenciales como el agua potable, los alimentos y la electricidad, en lugar de pagar préstamos.
El seguro ampliado contra catástrofes es otra opción, ya que ofrece mayor protección ante desastres en gran escala. A través de este mecanismo, ayudamos a los países a incorporar bonos para catástrofes, seguros y otros productos de gestión de riesgos en las operaciones de financiamiento del Banco Mundial. Los Gobiernos pueden recibir un pago en caso de crisis, sin necesidad de endeudarse más. Este enfoque ayuda a movilizar el capital privado y traspasa el riesgo de desastres poco frecuentes pero graves a los mercados de reaseguros y de capital internacionales.
Una respuesta rápida a las crisis, ya sean desastres naturales, conmociones sanitarias o conflictos, no significa solo salvar vidas. También se trata de facilitar las condiciones para promover el crecimiento económico y la creación de empleo. De esta manera, la preparación para hacer frente a las crisis pasa a formar parte del programa de desarrollo más amplio: invertir en la reducción de riesgos sin dejar de mantener la estabilidad económica necesaria para que prospere el sector privado.
Únase a la conversación