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Los sistemas de atención de la salud sólidos son fundamentales para poder administrar las vacunas contra la COVID-19 (coronavirus)

Une femme se faisant vacciner (Ghana). Photo : © Curt Carnemark / Banque mondiale Une femme se faisant vacciner (Ghana). Photo : © Curt Carnemark / Banque mondiale

Durante las Reuniones Anuales de 2020 del Banco Mundial, celebradas el mes pasado, nos centramos firmemente en la pandemia de coronavirus y en la forma en que está incidiendo en las vidas y las economías de todo el mundo. En la Mesa Redonda sobre la Salud Mundial, analizamos las maneras en las que el mundo puede invertir en vacunas contra la COVID-19 y, al mismo tiempo, fortalecer los sistemas de salud que brindan atención primaria.

Hasta ese momento, había habido más de 41 millones de infectados y más de 1 millón de muertes en todo el mundo, y las infecciones por COVID-19 estaban volviendo a aumentar globalmente. El Banco Mundial estima que la pandemia podría causar que hasta 150 millones de personas caigan en la pobreza extrema para fines de 2021.

En este contexto de urgencia, a la mesa redonda se convocó a más de 20 ministros de Gobiernos de países en desarrollo y a titulares de organismos de las Naciones Unidas y organizaciones sanitarias internacionales. Los participantes convinieron en que la prioridad inmediata más apremiante del mundo es acelerar la elaboración y la administración de vacunas que puedan controlar la propagación de la COVID-19. Y tenemos que asegurarnos de que las vacunas estén disponibles equitativamente para todos los países, en particular los más pobres, que tienen menos recursos para adquirirlas y distribuirlas. 

Ayudar a los países más pobres a luchar contra la COVID-19 y a generar resiliencia

La gente de todo el mundo merece acceso a mecanismos de protección de la salud; y en una pandemia, nadie está totalmente protegido hasta que todos estemos protegidos. Todos los participantes de la mesa virtual estuvieron de acuerdo en estos puntos, pero también reconocieron que será enormemente difícil garantizar una distribución justa y equitativa para los países y personas que tienen pocos recursos.

En el Grupo Banco Mundial, estamos decididos a hacer todo lo que podamos. Durante las reuniones, el presidente Malpass destacó el anuncio de un paquete de financiamiento de USD 12 000 millones —la mayor cantidad asignada a la salud en la historia del Banco— para ayudar a los países a adquirir y distribuir vacunas, pruebas y tratamientos relativos a la COVID-19. Además, el Banco mantiene operaciones de emergencia contra esta enfermedad en más de 100 países. A través del Banco, la Corporación Financiera Internacional (IFC) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), el Grupo Banco Mundial espera destinar USD 160 000 millones hasta mediados de 2021 para ayudar a los países de ingreso bajo y mediano a mitigar los impactos sanitarios, sociales y económicos de la pandemia.

Más allá de la respuesta urgente a la COVID-19, necesitamos ayudar a los países a desarrollar resiliencia. Nuestro nuevo Fondo Fiduciario para Medidas de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias, por ejemplo, puede ayudar a los países en desarrollo a prepararse mejor para los brotes de enfermedades, incluso en los casos en que no pueden acceder a nuestro financiamiento habitual. El fondo acaba de hacer su primera asignación a Sudán (i) y por eso damos las gracias a nuestros asociados donantes: Japón, por su tarea de liderazgo en la creación del fondo, y el Reino Unido, por la asistencia técnica constante.

Fortalecer los sistemas de salud y la atención primaria

La distribución de vacunas de forma rápida y equitativa exigirá una enorme colaboración.  Los oradores de la mesa redonda destacaron la necesidad de una infraestructura sólida en la cadena de suministro —como sistemas de transporte, logística y congeladores ultrafríos— para suministrar vacunas y tratamientos, incluso mediante el uso de nuevas tecnologías digitales y sistemas de información. La industria de la aviación tendrá un papel fundamental en la distribución. Como señaló uno de los panelistas, “las vacunas no se distribuyen solas”.

Desde hace tiempo, el fortalecimiento de los sistemas de atención primaria de la salud es una cuestión primordial para la labor del Banco Mundial en los países en desarrollo. Los sistemas resilientes ahora serán clave no solo para la distribución de vacunas, sino también para garantizar que otros servicios de importancia crítica —especialmente la salud maternoinfantil—, continúen sin alteración durante una pandemia. Las primeras estimaciones indican que la mortalidad infantil podría aumentar un 45 % si se reducen los servicios de salud y el acceso a los alimentos.

Los ministros han acordado que en la respuesta a la COVID-19 se debe dar prioridad a los trabajadores de la salud y de las comunidades y a otras poblaciones de alto riesgo,  y que es vital resolver los cuellos de botella relativos al pago y al acceso para garantizar que las vacunas sean asequibles.

También describieron el desafío de generar suficiente financiamiento interno, tanto para hacer frente al enorme costo de luchar contra la pandemia como para fortalecer los sistemas de salud en caso de brotes futuros. A través de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el Banco Mundial está trabajando para realizar inversiones de importancia crítica en los países más pobres, así como ofrecer asistencia técnica y llevar a cabo exámenes del gasto público para ayudar a mejorar la eficiencia de las erogaciones. La cooperación con donantes internacionales también seguirá siendo clave para garantizar el financiamiento y el apoyo oportunos.

Los participantes señalaron que la colaboración con el sector privado será crucial para la fabricación y la distribución de las vacunas en los países en desarrollo.  IFC, la entidad del Grupo Banco Mundial dedicada al sector privado, anunció la creación de una plataforma de salud mundial por valor de USD 4000 millones a fin de ayudar a aumentar la producción de vacunas y tratamientos contra la COVID-19, tanto en las economías avanzadas como en desarrollo, y garantizar que los mercados emergentes puedan acceder a esos beneficios. También trabaja con la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), con el propósito de confeccionar un mapa de la capacidad de elaboración de vacunas e identificar cuellos de botella.

Aclarar la información errónea

Los participantes de la mesa redonda subrayaron la preocupación por la propagación de informaciones erróneas, historias ficticias y muestras de escepticismo sobre las vacunas contra la COVID-19 y la inmunización en general. Los participantes convinieron en que se necesitan campañas de comunicación nacionales y comunitarias para disipar la creciente renuencia a las vacunas y educar a las personas sobre la necesidad de protegerse a sí mismas y a sus familias  del virus. Esto incluye recurrir a líderes comunitarios y religiosos como canales confiables para transmitir información correcta.

Establecer asociaciones e invertir para una recuperación resiliente

Las alianzas y la cooperación sólidas, dentro de los países y entre regiones, son elementos centrales de una acción eficaz para combatir la pandemia. El Grupo Banco Mundial está colaborando a una escala extraordinaria con una coalición de asociados internacionales diversos, incluidos donantes bilaterales, bancos multilaterales de desarrollo, organismos de las Naciones Unidas, fundaciones, organizaciones de salud, el sector privado y la sociedad civil.

Por ejemplo, nos asociamos con el Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la COVID-19, una iniciativa de colaboración mundial destinada a acelerar el desarrollo y la disponibilidad de pruebas, tratamientos y vacunas en relación con la COVID-19, y apoyamos el mecanismo de compromiso anticipado de mercado para la vacuna contra la COVID-19 (CAM COVAX), encabezado por la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación e Inmunización (GAVI), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la CEPI. Creemos que se pueden lograr beneficios a través de un mecanismo conjunto de distribución del riesgo para acceder a las vacunas, y continuaremos colaborando con la GAVI y otros asociados para perfeccionar este esquema.

El camino hacia una recuperación resiliente exigirá inversiones masivas en todos los países, así como el compromiso sostenido y el apoyo financiero de la comunidad internacional. Para reconstruir mejor, se necesitarán programas de reforma audaces, con políticas que generen margen fiscal y garanticen una mayor y mejor inversión en salud y preparación para pandemias.  Dado el impacto sin precedentes sobre el capital humano de los países, también debemos mantener el aprendizaje de los niños, mejorar el acceso digital y acelerar la creación de empleo.

El Grupo Banco Mundial está preparado para apoyar a los países en desarrollo a luchar contra esta crisis y trabajar para lograr una recuperación más resiliente e inclusiva.


Autores

Muhammad Ali Pate

Director mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población | Director del Mecanismo Mundial de Financiamiento para respaldar la iniciativa Todas las mujeres, todos los niños (GFF)

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