Los Gobiernos utilizan la política fiscal para estimular el crecimiento económico, redistribuir y financiar servicios públicos esenciales. Sin embargo, el diseño de las políticas tributarias y de beneficios puede afectar de manera diferente a las mujeres y los hombres, en especial en las economías en desarrollo, donde predominan los mercados laborales informales y donde los hogares dependen de las transferencias sociales. Cuando las políticas limitan los incentivos de las mujeres para participar plenamente en la economía, no solo afectan su bienestar sino que también conducen a un menor crecimiento económico general.
Se ha elaborado un nuevo enfoque (i) que examina esta dimensión de las políticas fiscales centrándose en la composición de los distintos tipos de hogares. Comprender la manera diferenciada en que dichas políticas afectan a hombres y mujeres es una tarea compleja debido a la falta de datos suficientes sobre cómo se distribuyen las cargas tributarias y las transferencias dentro de los hogares. En este enfoque se reconoce que las características demográficas y económicas de los hogares pueden influir en la participación de las mujeres en la fuerza laboral y en las responsabilidades de cuidado, así como en los impuestos que pagan y los beneficios que reciben.
Fuente: Buitrago Hernández y otros, de próxima aparición.
Nota: Tasas de pobreza calculadas a partir de las líneas de pobreza nacionales.
Una política fiscal específica puede mejorar los resultados
Las transferencias sociales son una de las herramientas fiscales más poderosas para reducir la pobreza, especialmente entre las mujeres. Cuando se diseñan de manera eficaz, ayudan a los individuos de bajos ingresos y a quienes se encargan de las tareas de cuidado, y proporcionan estabilidad financiera a las personas vulnerables. Sin embargo, muchos sistemas de transferencias no llegan a quienes más los necesitan. Por ejemplo, en Viet Nam, los hogares donde las mujeres disponen de menos tiempo debido a sus responsabilidades de cuidado obtienen menos beneficios de las transferencias directas1. En El Salvador (i), los hogares encabezados por mujeres tienen más probabilidades de seguir siendo pobres incluso después de recibir transferencias del Gobierno, lo que sugiere que con una cobertura más amplia y una mejor focalización se podrían lograr mejores resultados.
En Perú, si bien las transferencias directas ayudan a reducir la pobreza, en especial en el caso de las madres solas con dependientes, estos efectos positivos a menudo se ven contrarrestados por impuestos indirectos regresivos (gráfico 1)2. Pese a que el impuesto al valor agregado y los gravámenes sobre las ventas están diseñados para ser neutrales porque todos los individuos pagan la misma tasa, pueden de todos modos constituir una carga mayor para los hogares encabezados por mujeres, que suelen ser más pobres y destinar una proporción mayor de sus ingresos al consumo. La carga tributaria de los sectores pobres y vulnerables podría compensarse mediante transferencias específicas que resulten más eficaces en su cobertura, idoneidad y focalización.
Si no se abordan las desigualdades estructurales, las políticas fiscales las amplifican
Por lo general, el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) está diseñado para ser progresivo: quienes ganan más pagan una proporción mayor de sus ingresos en impuestos. Si bien esto es equitativo en principio, ciertas características del diseño de las políticas pueden desalentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral y reforzar las brechas de ingresos entre mujeres y hombres.
Por ejemplo, en Armenia (i), donde se aplica un IRPF con tasa plana, los hogares con dos fuentes de ingresos son los que pagan una proporción mayor de sus ingresos en impuestos y, al mismo tiempo, los que menos se benefician de las transferencias directas, lo que puede actuar como un desincentivo implícito para que las mujeres se incorporen a la fuerza laboral formal. La brecha es sistemáticamente mayor en los hogares con dependientes, ya que las responsabilidades de cuidado limitan las oportunidades laborales de las mujeres.
Fuente: Montañés, Tuzman y Rodríguez-Chamussy, de próxima aparición.
Nota: Tasas de pobreza calculadas a partir de las líneas de pobreza nacionales.
Incluso los resultados que en apariencia son positivos requieren una interpretación cautelosa. En Uruguay, los hogares monoparentales encabezados por mujeres soportan cargas tributarias más bajas que los que tienen dos fuentes de ingresos (gráfico 2), pero esto es en parte reflejo de su mayor participación en empleos informales y su dependencia respecto de ingresos no imponibles, como la cuota alimentaria3. Esto también significa que contribuyen menos a la seguridad social y reciben menos beneficios jubilatorios, lo que perpetúa la desigualdad a lo largo del ciclo de vida.
En muchos países en desarrollo, con frecuencia se utilizan los subsidios a la energía para ayudar a los hogares brindándoles tarifas más bajas. Sin embargo, gran parte de los beneficios de estos subsidios no llegan a los hogares de bajos ingresos. En Guinea, los hogares encabezados por mujeres tienen menos probabilidades de beneficiarse con los subsidios a la electricidad simplemente porque están menos conectados a la red eléctrica4.
De cara al futuro: ¿Qué se puede hacer?
El sistema fiscal determina las decisiones que se toman dentro de los hogares respecto del trabajo, las responsabilidades de cuidado y la dinámica interna, lo que va mucho más allá de sus impactos directos. Los Gobiernos que buscan impulsar el crecimiento económico deben abordar también las brechas estructurales. La política fiscal puede ser más eficaz si se tiene en cuenta que los impuestos y las transferencias afectan de manera distinta a los hogares según su composición, y si se considera el modo en que su diseño incide en los incentivos. Una economía que permite la plena participación de las mujeres requiere un sistema tributario y de beneficios que resulte adecuado para todos, lo que también contribuirá a un crecimiento económico más sólido y sostenible.
Los autores agradecen a los donantes del Fondo Fiduciario General para la Reducción de la Pobreza y la Promoción de la Equidad por brindar apoyo financiero para poner a prueba esta iniciativa y ampliarla.
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