Del 5 al 6 de noviembre, el Banco de la Reserva Federal de Chicago celebró su Conferencia Anual de la Banca Internacional, (i) que contó el con el patrocinio del Banco Mundial. El tema de este año “El futuro de los grandes bancos que operan a nivel internacional”, que elegimos para que coincidiera con la materia que aborda nuestro próximo Informe sobre el desarrollo financiero mundial (GFDR, por sus siglas en inglés), es muy oportuno e importante dado que las reformas normativas dirigidas a los grandes bancos internacionales, que afectarán las economías de todo el mundo, están aún en curso. Por ejemplo, tan solo unos días después de la conferencia, el 9 de noviembre, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) publicó sus normas finales sobre la capacidad total de absorción de pérdidas (TLAC, por sus siglas en inglés), que se espera dote a los sistemas bancarios de una mayor capacidad de adaptación al abordar la cuestión de que son demasiado grandes para fracasar, y fue uno de los temas más debatidos durante la conferencia.
Durante las ponencias se presentaron ideas cruciales para nuestro GFDR 2016 dedicado al tema de la “globalización de la banca”. La diversa lista de participantes provenientes de distintas instituciones, como bancos centrales, organismos reguladores y de supervisión, universidades, y entidades públicas y privadas, posibilitó una gran interacción y debates interesantes en las sesiones de preguntas y respuestas.
Muchos oradores subrayaron la importancia de los bancos internacionales para los países en desarrollo. Las conversaciones indican que las experiencias de los países en desarrollo durante y después de la crisis financiera mundial fueron diversas entre regiones, y hay mucho que aprender de casos anteriores. Por ejemplo, la región de ECA (Europa y Asia central), en la que la propiedad extranjera de los bancos se había generalizado, fue duramente afectada por la contracción de los bancos extranjeros —cuyos bancos matrices estaban en apuros— durante el periodo de crisis. Sin embargo, también hay pruebas que muestran que tal transmisión negativa fue mitigada por iniciativas transfronterizas como la Iniciativa de Viena. Por otra parte, algunas regiones (por ejemplo, Asia) evitaron sufrir una crisis bancaria importada en el periodo de 2007 a 2009, sobre todo gracias a una menor participación extranjera en esas regiones y sus experiencias de la crisis asiática de finales de la década de 1990. Una observación importante, sin embargo, fue que los bancos no pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en su mayoría de las mismas regiones que los países anfitriones, sustituyeron a los bancos contratados por la OCDE (Gráfico 1). La tendencia a la globalización de la banca parece transformarse en una regionalización en el periodo posterior a la crisis (Gráfico 2). Aún no se han visto las consecuencias (y la persistencia) de este cambio para el sistema financiero mundial.
Gráfico 1 (Claessens y Van Horen, 2015)
Gráfico 2 (Claessens y Van Horen, 2015)
En las sesiones de la conferencia, que duró dos días, se trató una amplia gama de cuestiones relativas a los grandes bancos que operan a nivel internacional, y su papel en el sistema financiero mundial. El primer día comenzó con sesiones sobre el panorama bancario transfronterizo y las tendencias de la actividad bancaria después de la crisis financiera mundial. Estas incluyeron debates sobre la complejidad organizativa de los grandes bancos mundiales, el papel del tamaño en la determinación del éxito de esos bancos, y las tendencias en la banca transfronteriza y su interacción con los organismos públicos a través de la deuda soberana y los préstamos directos. En el segundo día se realizaron sesiones sobre la gestión de riesgos, las redes de seguridad, y la resolución de controversias y el gobierno corporativo en los grandes bancos y en los bancos transfronterizos.
Ambos días concluyeron con sesiones sobre políticas, donde se debatieron las consecuencias para la supervisión y la regulación, y el futuro de los grandes bancos que operan a nivel internacional. Los aspectos más destacados de estos debates fueron el contraste entre los bancos mundiales estadounidenses y los europeos con respecto al desapalancamiento —los bancos de Estados Unidos fueron mucho más rápidos en comparación con sus contrapartes de Europa—; la aparición de financiamiento de mercado, y la competencia de la nueva y floreciente industria Fintech [servicios o empresas del sector financiero que aprovechan las tecnologías más modernas] a expensas de las actividades bancarias (es decir, desintermediación financiera) en el periodo posterior a la crisis. Por último, muchos presentadores argumentaron que la agenda de la reforma regulatoria en curso (que conduce a una mayor capitalización o la llamada capacidad de absorción de pérdidas) y los esfuerzos de las autoridades (hay mucha coordinación transfronteriza entre los organismos reguladores en comparación con el periodo anterior a la crisis) cambiaron por completo el sistema bancario, volviéndolo mucho más seguro y con mayor capacidad de recuperación. Sin embargo, también hubo oradores que adujeron que todavía existe margen para el cambio. Por ejemplo, algunos pidieron una mejor capitalización a través de altos índices de apalancamiento ya que el capital ponderado en función del riesgo se puede manipular. Dados los fracasos anteriores en materia de coordinación transfronteriza y la naturaleza no vinculante de los esfuerzos de coordinación posteriores a la crisis, estos debates probablemente continuarán hasta que el nuevo régimen regulatorio sea sometido a prueba en futuros eventos. Esperamos poder abordar muchas de estas preguntas en el próximo GFDR. Manténgase conectado para obtener más información.
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