Es una sigla fácil de recordar. Un llamado aliterado a la acción. La usan líderes mundiales como el primer ministro británico, Boris Johnson, y el presidente estadounidense, Joe Biden. Reconstruir mejor, o BBB (por su sigla en inglés), es la luz al final del túnel de la pandemia de COVID-19. Pero ¿qué significa realmente BBB en los países más pobres del mundo? ¿Y cómo pueden estos países —que cuentan con el apoyo de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial— asegurar los recursos que necesitan para que esto suceda?
El término BBB fue acuñado oficialmente hace seis años en la Conferencia de Sendai sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (i). Este concepto holístico sobre la resiliencia plantea que esta se puede lograr a través de medidas equilibradas para reducir el riesgo de desastres, desde la reconstrucción de la infraestructura hasta la revitalización de los medios de subsistencia, y desde el impulso del crecimiento hasta la restauración de la cultura y el medioambiente locales.
Posteriormente, hace unos tres años, el Banco Mundial publicó el Informe BBB (PDF, en inglés), en que se describe cómo reconstruir después de los desastres de maneras más fuertes (más productivas y resilientes), más rápidas (limitando el impacto de las crisis) y más inclusivas (garantizando que nadie quede atrás). En el informe se planteó que herramientas BBB como la preparación financiera y la protección social adaptativa pueden reducir en un tercio los impactos de los desastres, permitiendo al mundo ahorrar unos USD 170 000 millones anuales en daños evitados, además de generar amplios beneficios económicos.
Reconstruir mejor después de la COVID-19
Luego se produjo la calamidad de la COVID-19, y la sigla BBB pasó a formar parte del léxico cotidiano de todos nosotros. Los países enfrentan ahora el doble desafío de reparar lo más rápido posible el daño histórico (PDF, en inglés) a los avances en materia de desarrollo y adaptarse a los cambios profundos que están transformando el mundo.
En la actualidad, el enfoque BBB ha llegado a significar la búsqueda de una recuperación más verde, inclusiva y resiliente (PDF, en inglés) de la crisis provocada por la COVID-19. Estos elementos relacionados son esenciales para que los países avancen hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible en un mundo donde las crisis con efectos en cascada ocurren con mayor frecuencia, y la resiliencia y la inclusión son críticas para enfrentarlas.
Si bien las condiciones específicas varían entre los países de la AIF, la crisis ha puesto de relieve tres necesidades básicas de cara al futuro:
En primer lugar, frente a la recesión, el desempleo masivo y los cambios en los comportamientos, el comercio y las cadenas de suministro, los países deben encontrar soluciones para impulsar el crecimiento y lograr que un gran número de personas recuperen sus empleos de maneras más ecológicas, que utilicen la tecnología y aprovechen las nuevas oportunidades.
En segundo lugar, frente a la pobreza y la exclusión generalizadas que se han agravado con las crisis, es necesario fomentar la equidad y la inclusión y abordar las desigualdades estructurales, por ejemplo aprovechando la tecnología para prestar servicios sociales más sólidos e inclusivos (salud, educación y protección social) y no dejar a nadie atrás.
Existen razones de peso para que los países de la AIF adopten un enfoque BBB desde un principio
Este enfoque permite a los países:
- Mantener una visión clara hacia los objetivos de desarrollo a largo plazo, algo fundamental incluso cuando se trata de salvar vidas y medios de subsistencia. Por ejemplo, los programas de obras públicas bien diseñados pueden generar empleo, mantener los medios de subsistencia y complementar las políticas e inversiones en los sectores verdes a lo largo del tiempo. De manera similar, un enfoque en la tecnología en la educación (i) puede mitigar las pérdidas de aprendizaje y ayudar a abordar la crisis del aprendizaje a largo plazo.
- Optimizar los beneficios de los paquetes de estímulo y de recuperación centrándose en áreas que fomentan la sostenibilidad tanto fiscal como ambiental. Por ejemplo, los bajos precios de los combustibles representan una oportunidad histórica (i) para reformar los incentivos perversos y reasignar los presupuestos hacia el gasto social y las inversiones más ecológicas, al tiempo que se alinean las expectativas del mercado y se atrae la inversión privada para financiar un futuro más ecológico.
- Impulsar los avances hacia sus objetivos en materia de cambio climático, abordando al mismo tiempo las dimensiones climáticas de la seguridad alimentaria y fortaleciendo la resiliencia al cambio climático a nivel local.
- Fortalecer sus propios sistemas para prevenir nuevas pandemias y responder a las crisis y los factores de estrés, como los desastres naturales y los conflictos. Esto implica dirigir los recursos a zonas vulnerables donde la exclusión, la fragilidad, los conflictos, la violencia y el clima impiden el crecimiento inclusivo.
Las inversiones en BBB generan grandes beneficios económicos, pero a menudo tienen importantes costos iniciales. Estudios sobre los sistemas de transporte, energía y agua, por ejemplo, indican que por cada dólar que se invierte para aumentar la resiliencia de los nuevos activos de infraestructura se pueden ahorrar más de USD 4 a lo largo de la vida útil de los activos. De manera similar, ampliar los sistemas de protección social proporciona a largo plazo beneficios económicos, resiliencia y autosuficiencia a los beneficiarios. Sin embargo, esta medida demanda esfuerzos e inversiones, por ejemplo en los sistemas de registro social y los mecanismos de prestación de servicios.
En el largo plazo, los enfoques BBB también ayudan a reequilibrar las finanzas públicas y mejorar la sostenibilidad de la deuda. Sin embargo, dependen de un financiamiento asequible para absorber los costos iniciales y beneficiarse de los ahorros a lo largo del tiempo.
El reto de los recursos se avecina, pero hay señales prometedoras
El enfoque BBB requiere financiamiento mucho más allá de lo que los países más pobres pueden movilizar por sí mismos o de lo que los asociados en la tarea del desarrollo están proporcionando en la actualidad. Conseguir los recursos necesarios para recuperar el terreno perdido y adaptarse al nuevo mundo será un desafío monumental, especialmente debido a la reducción de los recursos internos, el aumento de la deuda y un acceso más restringido al mercado de capitales. Se proyecta que las necesidades globales de financiamiento externo para estos países serán significativamente mayores en los próximos años que en el pasado. Los países con grandes déficits fiscales o cargas de deuda son particularmente vulnerables, en especial aquellos con alto riesgo de sobreendeudamiento que necesitan con urgencia financiamiento en forma de donaciones.
Movilizar recursos para el enfoque BBB no será fácil, dadas las presiones sobre el financiamiento en todo el mundo y las limitaciones excepcionales que enfrentan los Gobiernos donantes. A fines del año pasado, una señal positiva fue el compromiso del Grupo de los Veinte (G-20) (i) de profundizar el apoyo a los países en desarrollo a medida que enfrenten los efectos sanitarios, económicos y sociales interrelacionados de la COVID-19. Otro indicio prometedor son los actuales avances en el mundo en desarrollo en la adquisición y distribución de las vacunas. La próxima gran prueba será si la comunidad internacional puede impulsar este año una ambiciosa vigésima reposición de recursos de la AIF (AIF-20), porque los países más pobres no pueden reconstruir mejor sin ese financiamiento.
Este blog forma parte de una serie de artículos sobre las formas de garantizar una recuperación resiliente de la COVID-19 en los países más pobres del mundo (i). Para conocer las últimas novedades, siga a @WBG_IDA y #IDAWorks.
ENLACES RELACIONADOS
La respuesta del Grupo Banco Mundial a la pandemia de COVID-19 (coronavirus)
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